Los terrores nocturnos y las pesadillas son agobiantes para los padres de los niños que los padecen. Tu hijo o bebé puede estar durmiendo en la noche y de repente tener una pesadilla o un terror nocturno.
Hay varias cosas que puedes hacer para ayudar a disminuirlos pero primero es necesario poder identificarlos y conocer qué hacer si tu chiquito los tiene.
También conocido como terror del sueño, es un trastorno de parasomnia que se produce durante la fase 3 o 4 del sueño no REM. Suele consistir en gritos, terror y agitación de brazos y piernas. Los terrores son más comunes en niños de entre 4 y 12 años, pero pueden ocurrir a cualquier edad.
Suelen identificarse en los bebés y niños pequeños por sus gritos estridentes, sudoración en la frente y respiración acelerada. Los terrores nocturnos suelen durar entre 5 y 20 minutos, tras los cuales el niño vuelve a dormirse. No recuerdan el suceso cuando se despiertan a la mañana siguiente.
Una pesadilla es un sueño perturbador que suele provocar sensaciones de terror. Esta situaciones suelen ocurrir durante la etapa REM del sueño, y a veces las personas pueden despertarse de una en estado de pánico, para tu hijo puede llegar a ser un estado de confusión y desorientación en su propia cama o cuna.
Hay muchas formas de identificar las pesadillas en los bebés y niños pequeños. Un signo común es que el niño esté visiblemente molesto después de despertar de una y puede tener dificultades para volver a dormir; es de esta forma como también pueden hacer que el niño grite, llore o sude durante el sueño.
No hay una respuesta única a por qué un bebé sufre de este tipo de sueños durante su desarrollo, ya que puede haber muchas causas diferentes. Algunas de las causas más comunes de las pesadillas en los bebés son: el miedo o el trauma experimentado durante el día (como asustarse por un ruido fuerte), los cambios de rutina (como la llegada de un nuevo bebé a la familia) o estrés emocional o ansiedad que pueda estar teniendo. También pueden ser provocadas por ciertos alimentos o bebidas (como la cafeína), medicamentos o suplementos.
Afortunadamente, la mayoría de las pesadillas desaparecen por sí solas a medida que el niño crece y se estabiliza emocionalmente. Sin embargo, si tu bebé tiene malos sueños frecuentes, es conveniente que hables con tu pediatra al respecto.
Las pesadillas suelen recordarse y se puede hablar de ellas al día siguiente. Los terrores nocturnos no se recuerdan al día siguiente ya que estaba dormido. Las pesadillas suelen ocurrir durante el último tercio del ciclo de sueño, mientras que los terrores nocturnos suelen ocurrir durante la cuarta fase del mismo, que es un sueño profundo. Es por eso que los terrores nocturnos suelen ocurrir en la primera parte de la noche y las pesadillas en la segunda. Los niños que experimentan pesadillas tienden a sentir miedo o terror cuando se despiertan. Los niños que experimentan terrores nocturnos pueden gritar, agitarse o sentarse en la cama pero seguir durmiendo. Es posible que no recuerden el episodio por la mañana.
Evita que tu chiquito se sobrecanse, el sobre cansancio puede ser un factor importante que provoca terrores nocturnos.
Anticipa el terror nocturno. Si siempre suelen ser a la misma hora, despierta a tu hijo un poquito antes de que esto suceda, solo muévelo un poco y que enseguida se vuelva a dormir y eso puede ayudar a prevenirlo.
Al ser bastante normales, no suelen ser motivo de preocupación. Suelen reflejar algún temor o preocupación que tu chiquito está experimentando durante el día. Si tu hijo tiene uno de estos episodios, lo mejor es mantener la calma y tranquilizarlo diciéndole que está a salvo y que solo es un mal sueño. También puedes preguntarle de qué trataba el sueño y ayudarle a entender y afrontar los temores o preocupaciones que puedan haber surgido en él.
Si tu chiquito despierta mucho por las noches y crees que puede ser algo más que una pesadilla o terror nocturno, podemos ayudarte a que toda la familia pueda descansar.